Ortibas que se adosan a la ciega
lanzan denuestros, fingen impotentes
un pólipo voraz; la siega escampa,
mandones y cornejas perimiendo.
Ciega de atrás, ortibas sin remansos,
cinamomo vencido por el numen
que destacó: solícitos zarzales
arden sin Dios o dioses que se ciernan.
Sima en el fondo pulcra, sinapismos
que el típico reproche conocieran:
ardes de más, ardés como la loca
que huele un culo en tu nariz. Ocasos.
Fantástico volumen de la guita,
giba del siempre, cáncer del capaz,
tu bífida se enreda como un chancro
que al bólido alabara: crisantemo.
Tira y su yuta, chacras y estampidas,
y el paredón de arroz, tan perentorio:
líquida siega, ciega que se moja,
melocotón y esputos sofrenados.
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