sábado, 15 de enero de 2011

Flor o lazo perdido

Nombre redondo el tuyo. Escucho música
y se me viene, y lo barajo apenas,
sin que por eso vuelvan -no hay regreso-
esas dos manos tuyas como cuenco,
la vez que me pedías que apartara
un poco al menos mi
carácter, para así
comenzar algo juntos. Tu figura,
la borrachera, el cana: aguada escena,
ahora, en esta silla, esta mañana,
y mi vecina parte
para el laburo, y yo
hago lo mío. Sólo un entimema
que en mi interior se dijo, un sello, cuando
hice una pausa y me dejé llevar
por este blues de Frisell que -sabés-
nunca oirás ni yo
silbaré para vos. Sólo una pausa,
y este asalto periódico, medido,
a una hacienda infinita 
al que ojalá tu Macintosh
dejara ya de frecuentar, flaquita.

2 comentarios:

  1. No me preguntes qué tiene este poema porque no sabría definirlo pero, simplemente, me encantó. Es tan espontáneo como un suspiro...

    Un beso grande, señor poeta cordobés.

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  2. ¡Carito! ¡Tanto tiempo! Gracias, che. Y nada de eso de "señor...", señorita: llamame simplemente Pablito.

    Beso.

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