"Dígale no a la Coca-Cola."
Tapitas de gaseosa
sobre una mesa o puente. Éramos niños
prácticamente. Me refiero a que
jugabas a la Izquierda: con su Silvio,
con su Galeano, con
su Benedetti. Hacías
consignas de sus versos
(consignas naturales, transparentes);
y el sueño de tu padre -un revolú
aburguesado: los Olimareños,
el asadito-, repetida trama.
Yo hacía de tu cosmos,
sin darme cuenta, una emoción/influjo,
algo que ahora es huesos,
su relicario. A veces
se aparecen, despiertan, como cuando
escucho ciertos temas
y me entristezco, y siento, vagaroso,
en mí "ideales": lívido collar
que llevo aún conmigo
y que adquirí en un flash: primera novia.
Monedas pobres vibran
una vez más. Mañana, qué sosiego,
será mañana: el filo
de otra guadaña caerá -¡la siega!-,
sobre tus suaves manos: evitándolas,
haciéndolas. Por hoy, estas tapitas
-traición querida, rumbo
enredado del tiempo-
son otro nombre tuyo, una memoria
como temor o risco desleídos.
Y volver a Serrat.
Y volver a Polvorón:
ResponderBorrarhttp://www.youtube.com/watch?v=YrCl2qKAyj4
Abrazo, nos vemos!
¡Jajajajajaja! ¡Culiado! ¡¿Qué es eso?! Na, si disfrutando melómanamente la sentida canción, inmediatamente pensé en "Historia del llanto"...
ResponderBorrarHasta más ver, viejo.