Vela que ardés, velita
de leer o latir
por horas en la noche
al fulgor de los libros:
¿cómo fue que llegué
a tu ermita o cayado?
(Yo venía de lejos,
de años de derruirme...)
Velita humilde, vela
que propiciás fortuitos
encuentros y evitás
la búsqueda infinita:
¿por qué me reconforta
ahora tu patrón?
¿Por qué lo que era chanza
ahora me conduce?
¡Uaaah! (admirativo) Suena la mar de íntimo, me encantó. Y me suena a inacabado, a final abierto (final de poema), como si quedaran por venir unos versos más, que le da un aire de espera por las respuestas... Cristalino.
ResponderBorrar¡Gracias, Jorge! Sí, sí, queda como abierto, ¿no? Un poco por la forma que elegí, ese estar emparejadas las estrofas. Pero, la verdad, por ahora no tengo respuesta a las preguntas finales.
ResponderBorrarAbrazo sanvicentino.