Pasan Testigos. Hablan
esperando mi no
--su puerta al Paraíso--.
No lo otorgo. Me dejan
un folleto soñado
--respuestas para todo--
y prometen volver.
Dos viejas con un poco
de carmín en los labios
y falda obligatoria.
Dos viejas que no hacían
ya nada con sus vidas
--a lo sumo barrían
siempre a la misma hora
la veredita humilde--;
y la hiel de una culpa
un día fue almuecín:
había que salir
de la pasividad;
y los males del mundo
y la Promesa son
su tecito de yuyos,
la Causa que les cuadra.
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