Quizá no hay nada que decir. Quizá
la sombra de recelo
en que me tengo está
latiendo de otro modo. El estupor
que sofreno y acallo
con oraciones habla,
quizá, de que he partido, y que demoro
la mirada en espectros
que ya no me sosiegan,
pasado en que no puedo ya guardarme,
mano de que me suelto.
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