Al modo en que Giannuzzi paladeaba
cierta palabra porque no sabía
qué quería decir, y no apelaba
adrede al diccionario, yo decía
cada tanto tu nombre, y me enteraba
con conmoción y espanto que no había
nada de vos ahí, que no moraba
tu ser en esas letras. Me aturdía
esa falta de vos, en vano andaba
con las palabras, de tu nombre hacía
un amuleto muerto, y más penaba
cuanto menos de vuelta te tenía.
Hoy me quedo callado, y no contemplo
sino las fotos: otro inútil templo.
Como ya te dije personalmente, un hermoso poema, Pablo, en el que la métrica y la rima no entorpecen - sino que refuerzan y sostienen - la naturalidad y la fluidez de la expresión, que tiene algo de conversacional, aunque ese diálogo con la amada ausente se parezca más a un soliloquio que a un diálogo. Por lo que hablábamos también ayer, me parece advertir, tácita, una especie de "poética negativa" en estos versos de las palabras que se ven vaciadas de una vida o de un sentido fugitivos. Un abrazo, Pablo.
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