La noche me devuelve una respuesta
que no deseo. Dientes
que tornar a la vida, sinsabor
de tu mirada avara,
y un arma o libro para regresar
que guardo bajo la
remera. Es infernal pero seguís
ejerciendo de Musa,
aunque tus formas lanzan, como dados
cambiantes, evidencias
cada vez más extrañas, cada vez
más dolorosas. Me hundo
en ese insomne laberinto o sueño
en que te presentás
de malhumor, echando, y yo también
quiero alejarme, me
despido y viajo, en colectivo, armado,
munido de palabras
que convierto en poemas a la vuelta
de ese mundo sin fe.
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