Costoso sinsabor, aquerencié
apenas si unas llaves
que me recluyen, tácitas y firmes.
Ya basta de esperar,
entonces, ni una sombra de consuelo
o de tibieza. (Miro
los desleídos rasgos de aquel rostro
en la imaginación:
inútil piedra cargo, inútil hambre
que no se saciará
y que sólo da paso, en el presente,
a sombras que proyecto
en otros rostros, grávido tenor
con que maniato, ducho,
pespuntes de verdad.) Sólo unas llaves
logré, que me conducen
al escenario de los desfasajes
en el que reino solo.
Ya basta, sí; pero la dulce senda
hollaré nuevamente.
apenas si unas llaves
que me recluyen, tácitas y firmes.
Ya basta de esperar,
entonces, ni una sombra de consuelo
o de tibieza. (Miro
los desleídos rasgos de aquel rostro
en la imaginación:
inútil piedra cargo, inútil hambre
que no se saciará
y que sólo da paso, en el presente,
a sombras que proyecto
en otros rostros, grávido tenor
con que maniato, ducho,
pespuntes de verdad.) Sólo unas llaves
logré, que me conducen
al escenario de los desfasajes
en el que reino solo.
Ya basta, sí; pero la dulce senda
hollaré nuevamente.
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