Ronquido fiduciario, calculás
como en la toma de los tres canijos;
hijo del vientre de la limadura,
tino comprás, y arroz.
Hinojos de despliegue, la balanza
que te sopesa, pesa de entredichos,
sinapismo de aldaba,
sabe que el fruto de tu cepo es Dios.
Insípido, voraz, vincapervinca,
tacita que se rompe,
te arrojás con bigornias y mancuernas
hasta acabar en llanto sumergido.
Y el calefón que otrora
te permitiera hacer de cinamomo
es lípido y derrame de sustancias
que a menos andan, y que se estremecen.
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