antiguo neceser del cinamomo
raspas alisos y respetas odres
y con la sirga o surco de un exordio
desentumeces ademanes niños
antiguo neceser en que la yedra
aduce parcas y reclama trenos
y con la suave faz de la inclemencia
denota ventolinas y murallas
nutrias en ocasión del pesimismo
de lanzas que contusas ignorasen
romas aristas surte la oración
te yergues en columnas y percibes
que entre las olas neutras del enebro
ni fungen martas ni reclaman tirios
La Lección de Piano
domingo, 28 de octubre de 2012
martes, 16 de octubre de 2012
Mutismo
Callaría por ver
qué pasa con la vida.
Por hacer que las horas
no anhelaran quedarse.
Que todo sucediera
como en algún desierto.
(Lo que viví murió.
Es un vuelo nocturno.
A veces la memoria
acerca rostros, mitos.
Luego todo se aleja.
Parte y no deja nada.)
Callaría, me digo.
Quisiera gravitar.
qué pasa con la vida.
Por hacer que las horas
no anhelaran quedarse.
Que todo sucediera
como en algún desierto.
(Lo que viví murió.
Es un vuelo nocturno.
A veces la memoria
acerca rostros, mitos.
Luego todo se aleja.
Parte y no deja nada.)
Callaría, me digo.
Quisiera gravitar.
viernes, 12 de octubre de 2012
Nada
Las horas son endebles vigías que repasan
poemas, postes pulcros o postigos
que callan, adefesios que no tienen la culpa
de proponer un roce que diluyo.
Las horas son metales que crujen en la sombra,
y licores, y el tedio de las cinco;
flechas del tiempo que se esparcen en esquejes
que se negaron a crecer, y fingen.
Las horas, la mañana, los desgarbados coches:
ignoro la otra sed, la de unos labios
que ayer decían desde la canción.
Los venturosos coches, la noche, su denuedo:
no me calma escribir, porque lo poco
que ahora sale es corrosión helada.
poemas, postes pulcros o postigos
que callan, adefesios que no tienen la culpa
de proponer un roce que diluyo.
Las horas son metales que crujen en la sombra,
y licores, y el tedio de las cinco;
flechas del tiempo que se esparcen en esquejes
que se negaron a crecer, y fingen.
Las horas, la mañana, los desgarbados coches:
ignoro la otra sed, la de unos labios
que ayer decían desde la canción.
Los venturosos coches, la noche, su denuedo:
no me calma escribir, porque lo poco
que ahora sale es corrosión helada.
jueves, 4 de octubre de 2012
Para que el Sur exista
El burdo camionero de las pampas tenaces,
procaz por incluir caparazón y sedas,
brinca como los dientes, pertinaz, ventajero;
escorbutos menguados lucen en su perfil.
El burdo camionero cargó todas las liendres
por más que en sus arengas hablara de diamantes.
Cormorán de silbidos turgentes, voluptuosos,
¿entregará el venablo, monjas de la inclusión?
(Pelandrunes, o lizas, o becerros, o llagas:
esto es como un alud, y vuelta al serpentario.
Las viejas disconformes y la prole prolija
desempolvan motivos, se eternizan con sal.)
procaz por incluir caparazón y sedas,
brinca como los dientes, pertinaz, ventajero;
escorbutos menguados lucen en su perfil.
El burdo camionero cargó todas las liendres
por más que en sus arengas hablara de diamantes.
Cormorán de silbidos turgentes, voluptuosos,
¿entregará el venablo, monjas de la inclusión?
(Pelandrunes, o lizas, o becerros, o llagas:
esto es como un alud, y vuelta al serpentario.
Las viejas disconformes y la prole prolija
desempolvan motivos, se eternizan con sal.)
sábado, 22 de septiembre de 2012
Otro poema sobre la aguerrida
Hoy no dormimos juntos. Malamente
te discutí. Al irme di un portazo:
habías decidido no hablar más.
Ya dormís en tu cama. Reconozco
que tu silencio tiene altura. Voy
al baño. Te despierto con el ruido.
Te levantás. Andás
descalza por ahí. Te ignoro. Cierra
tu mano ahora la bendita puerta.
Hoy no me duermo más.
te discutí. Al irme di un portazo:
habías decidido no hablar más.
Ya dormís en tu cama. Reconozco
que tu silencio tiene altura. Voy
al baño. Te despierto con el ruido.
Te levantás. Andás
descalza por ahí. Te ignoro. Cierra
tu mano ahora la bendita puerta.
Hoy no me duermo más.
martes, 18 de septiembre de 2012
nº 0009
Explicaciones. Doy
constantemente cuenta
de mí. Lustros de lenta
extenuación. No soy
en todo caso un buen
poeta. Anoto voces
que en el fondo son roces.
Rasguños. El andén
de donde volvería
al ardor está lejos.
Mi pasaje eran viejos
momentos que en su día
valieron. Que gasté
en versitos de a pie.
constantemente cuenta
de mí. Lustros de lenta
extenuación. No soy
en todo caso un buen
poeta. Anoto voces
que en el fondo son roces.
Rasguños. El andén
de donde volvería
al ardor está lejos.
Mi pasaje eran viejos
momentos que en su día
valieron. Que gasté
en versitos de a pie.
nº 0008
Está claro que finjo: no me gusta
pensar. De los libracos
que del Saber poseo no quisiera
volver a padecer
ninguno. Entre poemas me demoro,
entre sus extraviadas
razones, desvaríos, pretensiones:
su singular, su tan
incomparable, frágil evidencia.
¿Que qué fue del Saber?
La veleidosa voluntad de dar
con la palabra suma
--eterna, perentoria: inobjetable--
al cabo derivó
en la de apenas si contar los propios
asuntos con palabras
personales, amadas porque, claro,
son --¡qué otra cosa!-- mías.
¿Y en lo futuro? Prescindir, si puedo,
de requerir lectores:
la aprobación que pretendí jamás
estuvo en ningún rostro.
Paciencia, corazón: alguna mosca
de la belleza hará
que abandone el acecho pusilánime
hendiendo al fin la red.
pensar. De los libracos
que del Saber poseo no quisiera
volver a padecer
ninguno. Entre poemas me demoro,
entre sus extraviadas
razones, desvaríos, pretensiones:
su singular, su tan
incomparable, frágil evidencia.
¿Que qué fue del Saber?
La veleidosa voluntad de dar
con la palabra suma
--eterna, perentoria: inobjetable--
al cabo derivó
en la de apenas si contar los propios
asuntos con palabras
personales, amadas porque, claro,
son --¡qué otra cosa!-- mías.
¿Y en lo futuro? Prescindir, si puedo,
de requerir lectores:
la aprobación que pretendí jamás
estuvo en ningún rostro.
Paciencia, corazón: alguna mosca
de la belleza hará
que abandone el acecho pusilánime
hendiendo al fin la red.
nº 0007
Te vas a levantar, querida, dentro
de un rato. Tempranito: tenés pruebas
que corregir. Dejaste
para el final hacerlas, como siempre
que un libro se te vuelve necesario:
un libro, tu perrito, el marco que
pintaste con amor.
Así es la vida: un tiempo
moroso que agotamos en hacer
lo que nos gusta; lo demás, de un saque
lo resolvemos (ya
lo señaló del porteñismo el hijo
de Baldomero). Ahora, allá en la cama,
soñás con algo que seguro no
recordarás al despertar. Iré
a la Del Plata a por
criollitos calentitos, y serás
de nuevo reina en La Babía... Casi
que voy y te despierto: ¡escribo sobre
alguien que no soy yo!
Materia inexplorada de que podría hablar
hasta el fin de los tiempos. Un besito.
de un rato. Tempranito: tenés pruebas
que corregir. Dejaste
para el final hacerlas, como siempre
que un libro se te vuelve necesario:
un libro, tu perrito, el marco que
pintaste con amor.
Así es la vida: un tiempo
moroso que agotamos en hacer
lo que nos gusta; lo demás, de un saque
lo resolvemos (ya
lo señaló del porteñismo el hijo
de Baldomero). Ahora, allá en la cama,
soñás con algo que seguro no
recordarás al despertar. Iré
a la Del Plata a por
criollitos calentitos, y serás
de nuevo reina en La Babía... Casi
que voy y te despierto: ¡escribo sobre
alguien que no soy yo!
Materia inexplorada de que podría hablar
hasta el fin de los tiempos. Un besito.
nº 0006
Adivinás forzando. No hay secreto
que te ocultemos pero te empeñás
en pergeñar manijas de sentido
de que tomarte y navegar. ¿El summum
de la violencia? Puede un ademán
extenuarte, invisible, y el recelo
desde el que nos mirás hacer de cosas
en apariencia neutras la medida
de una nueva torsión. Respuestas/llaves,
que te darían ¿la razón?, negadas.
Y la sentina dúctil del oprobio
acopia versos de rastrojo, hiel.
que te ocultemos pero te empeñás
en pergeñar manijas de sentido
de que tomarte y navegar. ¿El summum
de la violencia? Puede un ademán
extenuarte, invisible, y el recelo
desde el que nos mirás hacer de cosas
en apariencia neutras la medida
de una nueva torsión. Respuestas/llaves,
que te darían ¿la razón?, negadas.
Y la sentina dúctil del oprobio
acopia versos de rastrojo, hiel.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)