Ínsita del vaivén llegó La Morsa,
y un alacrán pialó y, con el permiso
de tu mediante, frío que masculla,
se puso a remedar bravuconadas.
Hombre brebaje, tirio de los dos
-un ánima, ademán de los esquemas-,
era galán o fulcro, era visiones,
y el terraplén, occiso como el Diablo.
¿Querías medias? Marca el mameluco
-osito tu estación, tu borborigmo-,
acurrucado, fue a que lo frenaras.
¿Acaso ansiabas piel? Los entimemas,
meollo si melisma, cachiporra
que el ordenanza pronto agradeció.
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