Pito tu salvia, líquido sudado
que era gragea de naranjas que,
al pie de tu mandíbula sensual,
pelabas. Libro, colofón de estancias,
preservativo -manga o animé-,
callada caminó. Sostiene el auto
la mesa en que tomábamos cerveza,
bajó el audaz, fulgió la detenida,
pena y nutriente su mirada. Sabe
distante al impostor, cruza los brazos,
olvida lo soñado. Rubia previa,
colecta toronjil adivinanza,
había un niño, curro elemental,
conversas y te ríes. Creo que
llegó un amigo, creo que chupamos,
y que la muerte o hábito o calada
se amedrentó. París, la sobremesa,
Silvestrov y gusanos, boba plebe,
hay algo que se va, sereno tilo
que florecés. Meaba, había bolsas
o de cemento o pasto, soberanas.
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