y en todo retorno un cambio nacerá
Recuerdo aquella carta. La quemé,
Brigitte enardecida,
luna/mujer que aúlla. Fiel fetiche,
el disco, su audición.
Carta de nunca hubo otra igual. Ya acaba
aquella melodía
cuyas palabras, mansa, repetiste
para nomás llamarme.
Y me tuviste nuevamente, y luego
fuiste un pantano absorto,
indócil, no, callada.
Y nunca comprendí. Sola locura,
quererte. Las almenas
de una Urraca de vos.
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