Donosos del cacumen, entorchada
la cerrazón, erigen como brochas
resentimientos de hambre.
La dádiva galana, el aguapato
y la cordura saben, academia,
cómo se embocan moscas.
El alce inculto y la ganancia neta
esgrimen como escuadras un cerebro
que la premura tuerce.
Salitrosos salarios se incomodan
junto a un pozo de chauchas, y disuelven
sus élitros chichises.
Donosos, y queridos, mejorable
la suma, se dedican a pintar
mingitorios pelados.
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