Ahora necesito la ficción:
protegerme, inventar
una historia anodina, sin meandros.
Un hombre que trabaja
su Qusarat, paciente, distraído.
Una acera barrida,
un tren que pasa siempre. Me concentro
en una melodía más que simple,
menos que artificial,
y pienso que ese cuento se dará
cuando me digas basta,
y no va más, y es imposible, y chau.
O una historia sencilla,
con carros de verdura, como escribe
Tuñón ineludible.
Todo mientras me quieras, mientras dure
esta historia difícil
y realizable. Vida en demasía:
y cómo proceder.
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