Habría que intentar otro pesar,
otra alegría, un sitio
distinto para esta alma que se espeja,
sombra de gestos, nido
de nimiedades. Algo como el ojo
renunciando al sopor
que lo distancia de los vates, sino
volviendo a pernoctar
con las estrellas. Brisa que restalla
en la conciencia, gracias
que doy al mundo indiferente que,
sin embargo, me roza.
Ojo de letras, gestos que la muerte
me sabe sin pensarlo,
catafalco que, urdido, se establece
por años, esparciendo
lo mórbido hasta un punto en que me ciega;
ojo que no respira,
pronunciación de un álamo gregario
que a Caronte se dio
porque creció. Volverme, de algún modo,
hacia la mesa, o hacia
el paladar llagado, o hacia el muelle
del que nunca partí,
que no me espera, pero que es anuncio
de una viva emoción.
"Rosa posible, espera la esperanza,
atada a lo presente",
podría murmurar. Pero yo sé
que el sedimento sólo
con otra cosa se desprende que
con la paciencia. Nada
que ver con voluntad. Sólo un desvío
del átomo, un relámpago.
¡Lindo!
ResponderBorrarGracias, che.
ResponderBorrarA mí me parece hermoso y un cambio hacia algo menos verbal, digamos, por llamarlo de alguna manera, más de la emoción que de la idea, quiero decir.
ResponderBorrarGracias, inx. Buen ojo. Por ahora no estoy publicando por acá, pero -espero- por ese lado va. Beso.
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