lunes, 21 de noviembre de 2011

Montículo u oasis

Ella dormía y yo
-montículo, pradera-
leía pronunciando
versos como racimos.

Racimos que, sonoros
y suaves, cobijaban
con dulzura ese cuerpo,
oasis y penumbra.

Penumbra y relumbrar
de sus rendidos senos,
sueño reparador.

Leía disfrutando,
cuidaba ese abandono:
cumplida habitación.

6 comentarios:

  1. Pablo querido, este comentario va en el marco de mi gran admiración por tu trabajo:
    Por fin algo de aire hermano!, ya me estabas empezando a recordar emo de Capusotto.
    Abrazos y risas.

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  2. me sumo al comentario precedente, tanto en su admiración como en sus buenos deseos: ¡por muchos mas abrazos y risas!
    C. O.

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  3. La verdad, Adrián, y quien más necesitaba ese aire, enteramente primaveral, era yo. Gracias por los elogios, y abrazos y risas ecadas.

    Misteriosa C. O.: este poema me lo generó una mina que es un minón. :-p

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  4. Muy bueno, Pablo, el sonetillo (el diminutivo, claro, es por el metro heptasilábico, no por su valor). Y celebro tanto el logro poético como el motivo que lo ha originado. Un abrazo, tocayo.

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  5. Gracias, Pablo. El sonetito, sí, pongamos que algo tenga, pero la verdad es que con lo más agradecido que me siento es con la ocasión que lo generó. Gran abrazo.

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