lunes, 21 de noviembre de 2011

Montículo u oasis

Ella dormía y yo
-montículo, pradera-
leía pronunciando
versos como racimos.

Racimos que, sonoros
y suaves, cobijaban
con dulzura ese cuerpo,
oasis y penumbra.

Penumbra y relumbrar
de sus rendidos senos,
sueño reparador.

Leía disfrutando,
cuidaba ese abandono:
cumplida habitación.

lunes, 7 de noviembre de 2011

De nuevo una vez más

Sé que socavo muros,
que quiero hacerlo, en vos, como en mí mismo.
(Tu plaza pregonaba desencanto;
la mía era luctuosa
rigidez y torsión.)
Huelo tu renegrida cabellera
tan despacio y profundo que percibo
el nido en que, ocultándose,
una tibia paloma late:
acurrucada, temerosa: niña;
te tomo de la mano
y presiono buscando, sin saber
si corresponderás -¡cómo saberlo!-
al requerir. Son modos
probados del amor
-intimidad/pudor- con que dos cuerpos
intentarán cambiar
de piel y relucir
jóvenes de nuevo al sol; modos que pueden
ser descubiertos, ser inaugurados
de nuevo una vez más y por siempre de nuevo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

[s/t]

El paso timorato, la mirada
distanciadora -temerosa-, los
silencios y los mudos
aullidos, la palabra que simula
algo que no será, las repetidas
maneras de morir,
manoseadas y hueras: tu perfume
reduce cada muro, se le ríe
sin pensar ni planear,
¡sabroso terremoto de estos días,
ala del consistir y roce
que me socavan dulcemente, y más!